Efemérides

Maestro en la Academia

Domingo 06 de Junio de 2021
Fernando Paternóster fue un adelantado a su época. Con su jerarquía de zaguero zurdo, elegante, veloz y preciso, fue apodado El Marqués por la elegancia de su juego. Brilló en la década de 1920 y llevó su jerarquía al incipiente profesionalismo y a la Selección.
Maestro en la Academia
Paso a paso, un año sumado a otro en una cadena que ya lleva 118 calendarios. En una secuencia de más un siglo donde se reconocen los pilarfes de la grandeza de Racing Club, aquellos que pusieron las bases del prestigio siempre tendrán el reconocimiento, sin importar el tiempo transcurrido desde entonces. Nuestra historia merece ser contada desde 1903, ya que es fundamental conocerla para saber quienes somos y hacia dónde vamos. Entonces, los pioneros merecen nuestro respesto y evocación permanentes.

Pero Racing no es un club más y Fernando Paternóster no fue un zaguero izquierdo más. Llegó en 1927 desde Sportivo Boedo y comenzó a destacarse al lado de José Della Torre con un estilo de juego muy personal y que con el correr de los años lo haría figurar como un adelantado en su tiempo en la posición en la que jugaba. Sus atributos remitían a la habilidad y la astucia pero jamás al juego brusco a la hora de marcar a los rivales, por lo que se lo apodó como “El Marqués”. Durante los seis años que estuvo en Avellaneda sólo obtuvo un titulo (la Copa de Honor Adrián Beccar Varela, en 1932) pero su estampa y su presencia en la última línea académica perduraron a pesar de su salida.

De Racing se fue a Colombia, a Medellín, y con 30 años de edad se transformó en uno de los primeros de una gran camada de jugadores que emigraron a aquel país y fueron fundamentales en su crecimiento futbolístico. Como jugador y luego como técnico logró además de coronarse campeón, trasmitir sus enseñanzas y conocimientos en el juego además de capacitarse tanto en la técnica como en la preparación física.

El Marqués también dejó su sello de distinción en la Selección Nacional con la que vivió tristezas y alegrías por igual. Estuvo presente en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928, donde en la final, Argentina cayó frente a Uruguay; al año siguiente tuvo su revancha ya que se consagró campeón del Sudamericano y en 1930 jugó cuatro partidos en el Mundial de Montevideo donde nuevamente el equipo cayó en la instancia definitoria a manos de los uruguayos.

​​​​​​Falleció un día como hoy, pero de 1967. Pero su presencia y elegancia en el juego quedarán por siempre presentes en la historia de la institución como un sello imborrable.