Efemérides

El primero, como marca la historia

Viernes 18 de Junio de 2021
En el 33° aniversario de la obtención de la Supercopa Sudamericana, en la edición inaugural del torneo de la Conmebol, Racing confirmó su condición de pionero en logros deportivos.
El primero, como marca la historia
Primero en tantos hitos deportivos, la Supercopa organizada por la Conmebol a fin de la década de 1980 fue otra ocasión para que Racing ratificara su condición de pionero en logros de magnitud. Único heptacampeón aún vigente de nuestro fútbol en las primeras décadas de este deporte en el país, fue pionero también en quedarse con un tricampeonato cuando la pelota ya se regía bajo los mandatos del profesionalismo y no conforme con eso, se transformó además en el primer club argentino en coronarse como el mejor a nivel mundial. Por eso cuando en 1988 se comenzó a disputar la Supercopa Sudamericana, reservada solo para aquellos equipos que habían logrado alzarse con la Copa Libertadores, y Racing sabía el compromiso que debía asumir… 

Levantar la bandera de la historia es poner a la identidad como estandarte. Fueron, entre otras cosas, las grandes victorias las que construyeron la grandeza de un club que siempre apuntó a ser una referencia en el continente. En esa línea de grandeza, la obtención de la Supercopa Sudamericana, hecho que sucedió el 18 de junio de 1988, es uno de los instantes que permanecerán para siempre en el recuerdo del pueblo académico. Por eso, en el 33° aniversario de una gesta sensacional es obligación recordar y renovar la gratitud con aquel grupo que se consagró en el Estadio Mineirao de Brasil.

El equipo encabezado desde la conducción por Alfio Basile jugó en total seis partidos en el torneo reservado de manera exclusiva para aquellos acreedores previos del título de campeones de América. El debut fue el 10 de febrero de 1988 con un triunfo en el Cilindro ante el Santos por 2 a 0. Luego de igualar sin goles en Brasil, Racing avanzó de manera directa a las semifinales y esquivó de este modo la etapa de cuartos de final, por haber quedado libre por sorteo. En las semifinales, el rival enfrente fue un viejo conocido: River. Pero el equipo iba a por todo y lo dejó también en el camino. La clasificación se hizo real tras ganar por 2 a 1 en el Cilindro e Igualar en un tanto en el Estadio Monumental, gracias a un cabezazo memorable de Néstor Fabbri a poco del cierre. Ese día, el 1 de junio, se obtuvo el boleto para viajar a la instancia definitoria. La gloria estaba cerca una vez más.

Pero el escollo que separaba al equipo de la conquista no iba a ser para nada sencillo. El Cruzeiro aparecía como un rival con historia y argumentos para luchar de igual a igual por el trono futbolístico del continente. Y la batalla que se jugó adentro de la cancha estuvo a la altura de una final. La ida se disputó en Avellaneda y la victoria no fue fácil. Los brasileños golpearon primero a través de Robson y Walter Fernández igualó antes del cierre de la primera parte. En la segunda etapa, casi sobre la hora, Miguel Colombatti definió una asistencia notable de Gustavo Costas selló un triunfo vital para viajar a Brasil con un poco de tranquilidad. En la revancha, disputada en Belo Horizonte, Omar Catalán abrió la cuenta durante los primeros 45 minutos, pero Robson empató y le puso algo de suspenso a la última mitad. Pero durante el complemento el equipo mantendría con firmeza su juego y su temple a pesar de la adversidad, para coronarse con el título que había ido a buscar: la primera Supercopa Sudamericana. Sí, Racing campeón una vez más. 

La formación de esa mítica noche de sábado que quedará por siempre en el recuerdo estuvo integrada por Ubaldo Fillol; Carlos Vázquez, Gustavo Costas, Fabbri, Carlos Olarán; Jorge Acuña, Miguel Ludueña, Miguel Colombatti, Rubén Paz (Hugo Pérez); Omar Catalán (Ramón Medina Bello) y Walter Fernández. Justamente Fillol, una de las figuras indiscutidas, fue quien levantó con su tradicional buzo verde el trofeo que se sumaría a las vitrinas de la institución y que posicionó al club de nuevo como el mejor a nivel continental.

Las hazañas académicas merecen ser contadas. Para que las futuras generaciones sepan de qué se habla cuando se habla de Racing. Y los campeones merecen la evocación. Para que tanto su vigencia como sus logros superen los años. Porque la memoria remite al respeto y al reconocimiento, sin alteraciones.