Efemérides

El mejor de todos

Jueves 04 de Noviembre de 2021
Fue la hora más gloriosa de nuestra historia. El 4 de noviembre de 1967 en Uruguay, en un Estadio Centenario colmado y con un zurdazo mágico de Juan Carlos Cárdenas, Racing venció a Celtic de Escocia por 1 a 0 y se consagró campeón del mundo. A 54 años de aquella gesta que le dio al fútbol argentino el primer título Intercontinental de su historia, la institución recuerda ese momento inolvidable. 
El mejor de todos
Un instante imborrable. Un disparo impresionante y un festejo que arrancó en un costado de la cancha para extenderse hasta cada rincón del país y del planeta entero en que hubiera alguna persona aferrada al blanco y al celeste. Un zurdazo de esos que valen mucho más que un gol, sacado de la galera de un mago del fútbol, para hacerles saber a los cinco continentes quién era el campeón. Racing, el gran Racing, asombró al mundo entero al obtener la Copa Intercontinental el 4 de noviembre de 1967, hace exactamente 54 años, en el Estadio Centenario de Montevideo. Tumbado por un remate extraordinario de Juan Carlos Cárdenas quedó el Celtic, el campeón europeo de ese momento. Y la Academia celebró a lo grande, una vez más, para transformarse en el primer club de estas tierras en conquistar semejante galardón y ser por siempre el Primer Campeón Mundial.

El Equipo de José siempre iba por todo. Ya había ganado el título en 1966 y la Copa Libertadores un par de meses antes. Primero, hubo viaje a Escocia para abrir la serie. El partido se disputó el 18 de octubre en el Hampden Park. Los locales fueron superiores al conjunto de Avellaneda y ganaron por 1 a 0. William McNeil, de cabeza, a los 24 minutos del segundo tiempo, convirtió el único tanto de esa cita inicial. La revancha se jugó el 1 de noviembre en el Cilindro. Fue un duelo difícil, parejo y peleado en el que Racing debió mostrar agallas para mantenerse con vida. Celtic abrió la cuenta a los 21 minutos de la primera parte desde los doce pasos. Antes del descanso, Norberto Raffo empató y sembró la esperanza en el Estadio Presidente Perón. El Chango Cárdenas, en el arranque del complemento, convirtió el segundo y obligó a definir la historia en Montevideo.

El árbitro Rodolfo Pérez Osorio esperó la salida de los equipos sin saber que se le vendría un desarrollo repleto de polémicas. Los once de la Academia fueron Agustín Cejas, Oscar Martín, Roberto Perfumo, Alfio Basile, Nelson Chabay, Juan José Rodríguez, Juan Carlos Rulli, Humberto Maschio, Joao Cardoso, Juan Carlos Cárdenas y Norberto Raffo. Enfrente estuvieron Fallon, Jim Craig, Tommy Gemmell, Bobby Murdoch, McNeil, John Clark, Jimmy Johnstone, Bobby Lennox, William Wallace, Robert Auld y John Hughes. Las reiteradas fricciones arrojaron un saldo de cinco expulsados: Basile y Rulli, por el lado racinguista; y Lennox, Johnstone y Hughes, por los europeos. Según cuentan las crónicas de la época, el encuentro fue trabado y con pocas posibilidades en las áreas. El gol del Chango, a los 10 minutos de la segunda mitad, destrabó el cero y fue suficiente para garantizar la victoria argentina.

Juan José Pizzuti, el ideólogo de esta gesta, recibió todos los honores por haber construido un conjunto irrepetible. Los nombres que hicieron posible la conquista del planeta fueron Cejas, Perfumo, Martín, Basile, Rulli, Cárdenas, Raffo, Maschio, Rodríguez, Cardoso, Chabay, Mori, Rubén Díaz, Jaime Martinoli, Fernando Parenti, Néstor Rambert, Antonio Spilinga,  Antonio Manillo, Rodolfo Vilanoba, Luis Carrizo y Oscar Cáceres. Cada cual a su medida colaboró para que la grandeza del club diera un salto de calidad determinante.

Decir gracias fue, es y será un ejercicio eterno. Porque el recuerdo permanece intacto y porque la memoria no olvida, ni lo hará jamás. A 54 años de este logro irrepetible, el recuerdo y el cariño permanecen intactos. La gesta permanecerá eterna e inalterable más allá del paso del tiempo para estos señores, al igual que para todo Racing Club; el Primer Campeón del Mundo surgido de estas tierras. De Avellaneda a la cima del planeta. Desde hace más de medio siglo, ahora y para siempre, un grito de corazón: ¡Gloria entonces al Equipo de José!