Efemérides

Manfredini, un amor hecho con jerarquía y goles

Viernes 21 de Enero de 2022
Fue dueño de un olfato goleador que lo llevó a destacarse no sólo en nuestro club, sino en el fútbol italiano y en la Selección Argentina. Estuvo solamente un año y medio en Racing, pero dejó grabado su nombre entre los grandes de nuestra historia al ser uno de los destacados del plantel campeón de 1958. La institución homenajea su memoria una vez más.
Manfredini, un amor hecho con jerarquía y goles
Nuestra historia no empezó ayer y por lo tanto merece ser contada. Para saber quién es uno y hacia dónde va uno es fundamental conocer su propia historia; en especial cuando es tan rica y gloriosa como la de Racing. Y nuestra institución, con 118 años de vida, posee un pasado repleto de gloria, que tuvo a lo largo de tantos años a símbolos que forjaron la identidad colectiva del club, que desataron el amor de multitudes y que le entregaron la grandeza de la que todavía hoy disfruta. Por eso, como homenaje respetuoso y como saludo eterno, se los recuerda en las fechas que ya les pertenecen. A los ídolos académicos, simplemente gracias.

Aquellas personas que no llegaron a disfrutar de su talento adentro de la cancha, de seguro podrán tomar entre sus manos el libro "No te vayas campeón" del enorme Roberto Fontanarrosa para entender en pocas palabras lo que este jugador simbolizó con la pelota entre sus pies: “A Pedro Waldemar Manfredini no recuerdo haberlo visto jugar, personalmente, en aquellos tiempos de escasa televisión. Pero lo reencontré bastante tiempo después, ya muy famoso, inesperadamente y en la oscura complicidad de un cine. Creo que en la primera película de la serie italiana “Los monstruos”, en uno de sus episodios, Vittorio Gassman vuelve en bicicleta a su casa precaria levantada en una villa miseria. Allí lo espera su llorosa esposa y su hijo enfermo. La esposa le dice a Gassman que no se sacrifique por ellos, que no gaste en remedios el dinero que ha logrado juntar trabajosamente y que, si se tiene que marchar, que se marche. Gassman llora y gesticula, agobiado por la culpa y el deber. Finalmente, acepta el renunciamiento y el pedido de su abnegada esposa. Vuelve a montar su destartalada bicicleta y se marcha. La escena siguiente lo muestra mezclado con la hinchada de la Roma y, en el campo, Pedro Waldemar Manfredini, “Il Piedone” - N. de R.: "el pie grande" en italiano-, convierte un gol. Gassman grita el gol como un desaforado, se desgañita repitiendo “¡Forza Lupoooo!” y rueda por la graderías abrazado con los otros tifosi”. Claramente resulta imposible no imaginar el fútbol de Manfredini y la magia de sus goles. Y Racing Club tuvo el privilegio de poder contar con su figura para hacer más grande aún una historia que ya en esos tiempos era gigante.

La obsesión por encontrar la red lo llevó a visitarla seguido. Muy seguido. Un gol, otro gol y otro más. Así de simple. Como viene. Contar de a uno, hasta alcanzar la cifra de 28 en 39 encuentros. Pero, además, otros 9 en la Copa Suecia. Todo en tiempo récord. Porque, por lo general, los goleadores precisan tiempo para acomodarse, tiempo para sentirse cómodos, tiempo para hacer explotar sus virtudes. Eso es lo que suele ocurrir. Pero Pedro Manfredini, nacido el 7 de septiembre de 1935 en la ciudad de Mendoza, funcionó como una excepción a la regla porque necesitó solamente un año, siete meses y veintidós días para demostrar todo su talento delante del arco contrario. Repleto de categoría y repleto de olfato, enseguida se transformó en un símbolo del ataque racinguista. 

Su carrera futbolística se inició en Deportivo Maipú, un lugar relativamente cercano a la casa que lo vio nacer. Pero la Academia, que buscaba un socio para acompañar a Oreste Corbatta, a Juan José Pizzuti, a Rubén Sosa y a Raúl Belén, detectó sus condiciones y lo trajo para Avellaneda. Su estreno con la camiseta celeste y blanca tuvo lugar el 5 de mayo de 1957 en un empate 2 a 2 contra San Lorenzo. Una semana más tarde, ante Rosario Central, estampó por primera vez su sello en la red. Rápidamente se acopló al equipo y se volvió una de las cartas bravas de aquella delantera que le dio al club en 1958 la decimotercera corona en el plano local. Sus gritos fueron determinantes para alcanzar la gloria.

Los hinchas académicos lo disfrutaron por última vez el 27 de diciembre de 1958. Esa vez, San Lorenzo se impuso por 2 a 0 y el artillero vistió por última vez la casaca que le permitió dar el salto al fútbol europeo. De Racing se fue para la Roma en febrero de 1959 -por 9 millones de pesos, una cifra que lo llevo a la tapa de la revista El Gráfico- y en Italia no falló, ya que convirtió 15 goles en sus primeras 7 presentaciones. También estuvo en Brescia y en Venezia. Además, jugó para la Selección y fue parte del conjunto que disputó el Sudamericano de 1959. Por supuesto, hizo de las suyas: en apenas 3 partidos, marcó 2 goles. 

Ídolo racinguista al igual que en otras instituciones, campeón en 1958 con nuestra camiseta y goleador hasta la eternidad, Manfredini falleció un lunes 21 de enero de 2019 a los 83 años. Vivía en Italia, su otro lugar en el mundo y el sitio en donde también había construido una carrera formidable como centrodelantero de la Roma. Pero su recuerdo en el mundo académico permanecerá dando vueltas de manera perpetua en el Cilindro, que disfrutó de ese sello propio que lo destacó como un grande y que gritó a rabiar sus goles. Esos que jamás pasarán de moda y que lo transformaron en alguien que estará presente en las páginas gloriosas de la historia académica.