“El Negro” nació en Avellaneda (provincia de Buenos Aires) el 28 de octubre de 1893. Su peregrinar racinguista comenzó en 1910 destacándose como un baluarte de la Cuarta División, donde también asomaban futuros cracks como Muttoni, Olazar y Pepe. Rápidamente (en el mismo 1910) comenzó a disputar algunos encuentros en la Primera y fue pieza fundamental en la defensa del equipo que supo obtener siete títulos en forma consecutiva, de 1913 a 1919, y también aportaría lo suyo en 1921. Dejó la Primera División en 1923 y pasó a jugar en el equipo e veteranos hasta el año 1929.
En una época en la que por su juego atildado Racing pasó a ser para siempre “La Academia”, hubo algunos jugadores que, ocupando puestos defensivos, también asombraban por su rendimiento, entrega y eficacia despertando aplausos y murmullos de aprobación en las ya a esa altura nutridas tribunas.
Armando Reyes era un zaguero corpulento y macizo que sorprendía por su celeridad, flexibilidad y quites espectaculares. La sensación era que nadie podría con él y resultaba una verdadera garantía para sus compañeros. Saturnino Ochoa, José Seminario y Robertino Castagnola fueron sus mejores socios a la hora de cuidar el área académica. Recio, de gran temperamento y notable estado físico, sus extraordinarias actuaciones lo llevaron, por supuesto, a integrar la Selección Nacional en numerosas oportunidades siendo el jugador de Racing con mayor presencia en la Selección en toda la época amateur, por encima de talentos como Perinetti, Olazar, Ohaco y Paternoster.
Fueron las dos únicas camisetas que utilizó en toda su carrera, a excepción de algún encuentro amistoso como el que disputó para Gath y Chaves el 8 de octubre de 1918. Una vez retirado de la práctica del fútbol, fue entrenador de Racing a principios de la década del ’30.
Falleció el 8 de septiembre de 1954 a los 60 años de edad.