Fue un defensor de hierro que propagó respeto entre los delanteros rivales. Hasta Pelé confeso que “Don Pedro del Área” fue el defensor que lo marcó más fuerte. Sin embargo, a pesar de su rigurosidad, siempre se destacó por su ejemplar conducta deportiva.



Comenzó su carrera en la inferiores de Boca para luego pasar a Quilmes, donde debutó en Primera B en 1950. En 1952 pasó a La Academia, debutando en abril contra Ferro donde debió suplir a otro grande de la zaga albiceleste, Higinio García. En la institución jugó sus mejores ocho años y consiguió el Campeonato de 1958 y varios subcampeonatos. En total, jugó para Racing 184 partidos, donde compartió planteles con grandes glorias como Pizzuti, Corbatta, “Tucho” Méndez o Simes.



Curiosamente, tal vez por ese ímpetu por proteger el área propia, sólo marcó un gol en toda su carrera (que continuó en México, donde recaló en el Necaxa). Asimismo, como muestra de su rectitud en el juego, sólo fue expulsado una sola vez, en 1951.



Su firmeza defensiva y su tendencia a no arriesgar innecesariamente la pelota lo llevaron a la Selección Nacional donde totalizó 35 presencias, en las cuales estuvo en 25 como capitán. Fue Campeón de América en dos ocasiones: en Chile en 1955 y, junto con “Los Carasucias” en Lima, Perú 1957. Participó del Mundial de Suecia 1958, donde también fue el capitán del equipo.



Lógicamente, su gran entendimiento del juego lo transformaron en un técnico observador y eficaz. Dirigió Racing en 1976 y otros equipos a nivel nacional e internacional destacándose la obtención de dos copas Libertadores y campeonatos locales en Argentina y Colombia.