Vidas Racinguistas

“El gol que más grité es el de Bedoya a River”

Miércoles 31 de Agosto de 2016
Referente de la nueva camada de rockeros argentinos, Santiago Aysine aseguró que su papá no le dio posibilidad de ser hincha de otro club. Amigo de varios jugadores del plantel académico, el cantante de Salta La Banca le escribió hace una canción al Licha. Conocé a un pibe que no esquiva el compromiso social.
“El gol que más grité es el de Bedoya a River”
-¿Hay una receta para no creérsela?
-Es la parte más difícil del trabajo. La fórmula es tener a tus amigos y a tu familia cerca. Yo sé que el día en el que me la crea un poquito voy a recibir 27 cachetazos de los pibes que me quieren. Es mi garantía para tener los pies en la tierra.

Santiago Aysine falta poco y nada al Cilindro. Pero ahora está adentro y la sensación es otra. “Cada vez que piso el césped, se me pone la piel de gallina. Es una cosa increíble”, anuncia antes de lanzar una catarata de recuerdos celestes y blancos. De repente, cae una pelota y, en un movimiento veloz, el cantante de Salta La Banca, la banda surgida en 2007 en las calles de Villa Raffo, deja la guitarra apoyada en el césped y le pega con la cara interna del pie derecho contra un palo. Ganador en una tanda de penales improvisada sobre la marcha, Aysine cambia el aire, agarra el instrumento otra vez –“la traje porque es una extensión de mi cuerpo”, dice- y se sienta a tocar una de sus primeras canciones apoyado en el mismo poste contra el que hizo el último gol. 

Lo suyo es una presentación que mezcla en dosis justa al barrio, a la desfachatez y a la curiosidad. De fondo, siempre asoma una melodía. De fondo, siempre aparece Racing. Aysine se planta y le hace frente a los temas que deambulan por la charla: del fanatismo de su papá a la conciencia social de su mamá, de esa eterna pesadilla llamada Cromañón al capitalismo que desata miserias, de sus amigos de la Puerta 8 del Cilindro a compartir la pasión por La Renga con Ezequiel Videla. Todo entra en la cabeza de un pibe al que los flashes faranduleros no le impiden en lo más mínimo parar la oreja para escuchar alguna historia que se le arrima. 

No hace falta que lo aclare: siente que la 10 le calza perfecta y que pocas cosas mejores puede haber en una tarde de invierno que disfrutar del sol que pega sobre el escudo glorioso. Y, sin sacarse el manto sagrado, como si estuviera en el living de su casa, Aysine agarra un banquito de plástico, lo pone adentro del área chica y despliega su prosa para Vidas Racinguistas. 

-¿Naciste de Racing?
-Calculo que sí. Mi abuelo materno y mi papá, los dos personajes más futboleros de la familia, me hicieron de Racing. Así que yo fui de Racing toda la vida. Cuando tenía dos años, un tío se animó a regalarme un conjuntito de Boca. Y mi papá, para dejar las cosas en claro, salió al balcón y, delante de los vecinos, lo prendió fuego. Te imaginarás que no tuve chance de elegir.

-¿Y con la música sí pudiste elegir?
-Más o menos. Mi hermano es un loco de la música y desde chico me enloqueció con el rock y con el pop. Pero yo no tenía decidido ser músico. Poco antes de Cromañón, que fue el evento que marcó mi carrera, iba en el tren cantando canciones de Callejeros y flasheaba con hacerlo delante de mucha gente. Capaz que ahí fue que empezó todo. 

-¿Y cómo llega el rock barrial a tu vida?
-Entró sin pedir permiso. En mi barrio, en mi adolescencia, no había posibilidad de no escuchar esa música. Mucha gente le daba al rock barrial un significado peyorativo pero para mí fue siempre la manifestación de muchas cosas que pasaban en el barrio. Salta La Banca no tiene ese estilo pero mi vida musical no se entiende sin el rock barrial. Callejeros, Los Gardelitos, La Covacha y La Mocosa son, por ejemplo, bandas que influyeron mucho en lo que soy hoy. 

-¿Cómo era ser de Racing en Villa Raffo?
-Había pocos hinchas en el barrio pero íbamos siempre juntos a la cancha. Seríamos entre 10 y 20 y nos traía un Chevy viejo al que siempre le voy a estar agradecido. A mí me costó que me dejaran venir seguido. Lo conseguí a los 15 años y se transformó en una rutina con mis amigos. Y con ellos viví grandes momentos como el título de 2001, que me agarró en plena adolescencia y en plena crisis del país. De hecho, el gol de Bedoya a River es el que más grité en mi vida. 

-La música te dio la posibilidad de que tus ideas circulen entre mucha gente joven. ¿Vivís eso como una responsabilidad?
-Yo me hago cargo. Creo que es una responsabilidad y el efecto de una búsqueda que hice en estos años. Creo que soy un comunicador y que tengo que apoyar como tal las consignas que considero genuinas para los trabajadores y para el pueblo. No acepto ser de otra manera. Soy de los que piensan que es fundamental desarrollar la conciencia crítica. No hay nada peor que tirarles basura a los pibes. Y menos todavía cuando las cosas en el mundo se ponen complejas. 

-¿Pero disfrutás de tener ese lugar?
-No sé si lo disfruto. A mí lo que me gusta es hacer música. Pero, a la vez, elijo decir cosas y no quiero dejar de hacerlo. Yo trato de contar lo que veo que está pasando. Si veo cosas en la calle y no las digo, me siento un canalla. 

-Al igual que les ocurre a muchos jugadores, vos también te volviste alguien relativamente famoso en poco tiempo. ¿Se aprende a convivir con el reconocimiento?
-No es fácil. Los jugadores hacen esfuerzos muy grandes para llegar a Primera y tener un buen contrato es un premio a todo eso que dejaron de hacer para jugar al fútbol. Pero, al mismo tiempo, hay una serie de vanidades que rodean a los jugadores -y también a los músicos- y que creo que habría que combatir. Para eso es clave que obliguen a los pibes a estudiar. Lo que produce la falta de instrucción es que muchas veces los pasen por arriba en decisiones importantes. Creo que, en buena medida, el negocio busca gente sumisa. 

-Varias veces dijiste públicamente que te definís como un músico bielsista y Bielsa se encargó en reiteradas oportunidades de poner en cuestión la idea dominante de éxito. ¿Vos te considerás alguien exitoso?
-No lo sé. Depende de a qué se llame éxito y de a qué se llame fracaso. Puede pasar que lo que para el mercado sea un fracaso para mí sea un éxito. Yo me siento poco parte de una sociedad que todavía sigue creyendo en los valores del capitalismo. Buscar laburo todos los días, aun sin conseguirlo, no es un fracaso de ninguna manera. Un verdadero fracaso es que haya gente que se esté muriendo de hambre. 

-¿Qué lugar debería tener la música en los clubes?
-Es importante que los pibes no solamente jueguen al fútbol sino que aprendan a disfrutar de distintas actividades. Creo que tiene que ser mayor la injerencia del arte porque los clubes tienen la posibilidad de que mucha gente acceda al arte. Si efectivamente son de la gente, deberían tener otro alcance social. Por ejemplo, me encantaría que hubiera un taller de guitarra en Racing. Ojalá lo pueda llevar a cabo en algún momento.

-En 2012, Salta La Banca editó COPLA (Canto Obligado por Luciano Arruga). ¿Cómo resolvieron rendirle homenaje a un pibe al que mató la policía?
-Porque lo que pasó con Luciano es la epopeya de nuestro fracaso como sociedad. Mucha gente se enteró de una problemática que ocurre a lo largo y a lo ancho del país gracias a su voluntad de no contribuir con el cinismo de la fuerza policial. Hablar de Luciano es muy importante porque es hablar de los miles que sufren a diario esa violencia.  Su contribución con la humanidad ya es eterna. 

-¿Sabés si Licha López escuchó “Luchador sin límites”, la canción que le escribiste?
-Sí, la escuchó hace muchos años y me mandó una camiseta. Pasó el tiempo y hoy la escucho con orgullo. Para mis amigos y para mí, ir a ver a Racing en su momento era ir a ver a Lisandro. Hacía goles todos los fines de semana. 

-¿Y tenés en la cabeza hacer una nueva canción sobre la Academia?
-Siempre. Porque es muy fuerte lo que siento por Racing. Tengo un grupo de WhatsApp con mis amigos que se llama “Puerta 8” y vivimos todo esto con mucha felicidad. Racing me dio amigos y una identidad potente. Y hasta me permitió hacerme amigo de algunos jugadores. ¿Qué más le puedo pedir?

Fotos: Paola Lara.

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