Vidas Racinguistas

“El Cilindro tembló cuando salimos campeones”

Jueves 09 de Marzo de 2017
Brian Buley se hizo hincha de Racing de grande y aprendió a quererlo enseguida. Figura de la serie El Marginal, contó cómo su aparición en la televisión cambió la forma en la que la gente lo mira por la calle. Conocé la historia de un actor que se ganó el cariño de todos.
“El Cilindro tembló cuando salimos campeones”
Lo cuenta con la misma naturalidad con la que cualquiera narra qué cenó anoche.

-Soñé que compartía una merienda con los jugadores. Y, mientras estaba trabajando, se me dio por mandarle un mensaje a Bou por Instagram. “Hola Gustavito, soy Brian, el chico de El Marginal. Con todo respeto, te quiero felicitar por lo goleador que sos y porque sos una buena persona”, le dije.

La respuesta le llegó como si el que contestara fuera un afecto de toda la vida.

-Me escribió de toque. “¿Qué hacés, Moshisha? Sos un fenómeno. Arreglemos y te venís al entrenamiento”, me tiró. Y así nos hicimos amigos.

Brian Buley no tiene apuros al momento de sentarse a charlar para Vidas Racinguistas pero aclara que al mediodía lo espera Rosales para ir a almorzar. Acomodado en uno de los asientos de la Platea A, pispea el entrenamiento sin dejar de dedicarle tiempo a cada respuesta. Cuando recibe la nueva camiesta de la Academia, se le ilumina el rostro. Cuando se para al lado de la estatua de Gardel, asegura estar tocando el cielo con las manos.

-¿De dónde viene tu pasión por Racing?
-Me hice de Racing por un tío, ya de grande. No conocía al club y era de River. Pero él me trajo a la cancha y ahí me enamoré. Fue cuando tenía 18 años. Y ahí empecé a venir seguido a la cancha. Me gustaron las canciones y varios jugadores de esa época: Saja, Giovanni Moreno y Vietto. Así que tomé coraje y empecé a venir solo.

-¿Cuándo viniste al Cilindro por primera vez?
-Contra Godoy Cruz, hace varios años. Me moría de ganas de entrar a un estadio porque nunca había ido a ninguno. Siempre miraba los partidos por tele. Mi ansiedad era ver cómo era todo por dentro. Y después se me dio estar adentro del campo y sacarme mil fotos. Y ahí me convencí de que iba a ser de Racing para el resto de mi vida. 

-¿Festejaste mucho el título de 2014?
-Sí, vine a la cancha y comí un asado con mis amigos. Pero lo que más me impresionó fue lo que sentí cuando Centurión hizo el gol: el Cilindro tembló en serio.

-¿Qué tan parecido es el trabajo de un actor y de un jugador de fútbol?
-Muy parecido. Siendo actor, te tenés que poner la camiseta y salir a jugar en Primera. Ser actor significa que tenés que estar continuamente concentrado, pensando en qué decir y en qué hacer, recordando los guiones y las escenas. Y nosotros tenemos que escuchar al director como los jugadores lo hacen con el técnico. 

-¿Cuándo comenzó tu carrera como actor?
-A los 14, con una película que se llamó Los santos sucios. Yo no tenía ni idea de qué era actuar y me animé cuando, a través de un conocido, Luis Ortega, el hijo de Palito Ortega, me convocó. Alejandro Urdapilleta, un actor fenomenal, me explicó cómo tenía que hacer para no equivocarme. Y para mí fue muy importante tener un texto propio, aunque fuera corto, porque significó recibir la confianza para seguir adelante. Un tiempo después, los hermanos Ortega hicieron Dromónamos, un cortometraje en el que tomé más protagonismo. Y, cuando lanzaron El Marginal, me citaron de nuevo. Y eso fue un lujo. 

-¿Es raro mirarte en la tele?
-Sí, obvio. Es una locura verme ahí. Me encanta y me emociona. Cuando dieron el primer capítulo de El Marginal, nos juntamos en un bar con todo el elenco. Salí al otro día a la calle y la gente ya me miraba de otra manera. En un momento, cuando no era nadie, sentía que me clavaban los ojos de forma incómoda. A través de la serie, eso cambió: todo fue distinto por estar en la televisión. 

-¿Y cómo te llevás con la fama?
-De un día para el otro, me hice cuentas en las redes sociales y empecé a ver cómo subía la cantidad de seguidores sin parar. Y eso me gusta: me gusta que se me acerquen y que me pregunten cosas y que me feliciten por mi papel. 

-¿No es un poco injusto que ahora que salís en la tele te traten bien y que antes te miraran raro?
-Me jode mucho que ocurra eso. Esas actitudes me ponen loco. Antes de estar en la tele, salía poco y nada a la calle y me costaba adaptarme a la gente. Apenas si iba a comprar al almacén y volvía a mi casa. Me incomodaba ir con mi familia y que me dijeran: “Ahí va el enano”. La verdad es que esta sociedad discrimina mucho. Y tenemos que cambiar eso: las personas somos buenas o malas sin importar la altura, el peso o lo que sea. 

-La cancha es un ambiente en el que suele discriminarse mucho. ¿Cómo te cae venir a ver a tu equipo y escuchar tantas cosas jodidas?
-Me pone muy mal. Yo soy muy respetuoso con todo el mundo y exijo el mismo trato hacia mí. No me gusta que me digan cochinadas, cosa que me pasó muchas veces en la calle. En la cancha se discrimina a todo el mundo: a los gordos, a los homosexuales, a los petisos, a los que tienen alguna discapacidad. Y eso no puede ser: necesitamos una ley que nos proteja y que condene al que discrimina al otro. 

-El Marginal es una serie que trata un tema sensible como es la vida en las cárceles. ¿Qué mensaje te parece que queda flotando?
-Yo no conozco la cárcel. Pero para mí es un lugar donde hay mucha gente que no cometió delitos y que igual está encerrada. Claro que los que robaron o mataron tienen que pagar. Pero a nadie le gusta estar encerrado y las cárceles deberían ser centros de rehabilitación para poder recuperarse. Y dudo de que eso sea así: a cualquiera que sale de ahí le cuesta mucho conseguir un trabajo. 

-Necesitamos la primicia: ¿se viene la segunda temporada de El Marginal?
-Sí, es lo único que puedo adelantar. Estará para mediados de año. Van a tener que tener paciencia nada más…

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