Vidas Racinguistas

“Racing es más que fútbol. Es la historia de mi familia y de mi vida”.

Jueves 23 de Agosto de 2018
Claudio O´Connor no sólo es uno de los cantantes de heavy metal más importantes del país, sino que es un racinguista de ley. El ex vocalista de Hermética, el gran emblema de la música pesada nacional, y que en la actualidad canta tanto en Malón como en la banda solista que lleva su nombre, hizo un alto en su agenda cargada de shows y de giras, para dedicarle una tarde de evocaciones y emociones a la Academia desde el mismísimo Cilindro.
Durante la extensa charla junto al sitio oficial del club que tuvo al Cilindro como paisaje exclusivo, su mirada se perdió varias veces en un punto lejano. Una lejanía que resultaba imperceptible para todos los presentes en ese momento, a excepción solamente de él. Y más allá de que la inmensidad del coliseo académico a su alrededor dificultaba el adivinar sobre qué cosa posaba su vista, si era obvio darse cuenta de que aún sin ver un punto definido en ese horizonte, Claudio Alberto Castro miraba muchas cosas a la vez. Miraba hacia adentro. Soñaba despierto. Recordaba sensaciones y momentos que tenía guardados, que estaban dormidos, pero que nunca se habían ido de adentro suyo. El cantante, una referencia icónica dentro del heavy metal nacional, se sentó en el banco de suplentes del estadio, dejó a un costado el extravagante sombrero negro con el que había entrado al Cilindro y también se sacó el traje de Claudio O´Connor por un rato. Se despojó del personaje histriónico ese en que se transforma arriba de los escenarios, al igual que del rockero con más de tres décadas de trayectoria sobre el lomo y se transformó, una vez más, simplemente en Claudio. Volvió a ser ese pibe de Llavallol, su lugar de toda la vida, que se enamoró de la Academia escuchando las leyendas de los tiempos dorados que le relataba con pasión su abuelo Ramón y que vivió en carne propia la pasión del Cilindro gracias también a su papá Manuel. Ese muchacho que de adolescente y por las vueltas de la vida empezó a dedicarse casi sin querer al canto y que debió resignar el no poder volver a las tribunas durante mucho tiempo. Pero que más allá de las circunstancias que lo alejaron de Avellaneda, nunca perdió el sentimiento ese que transforma una simple mirada hacia la nada adentro del estadio en algo con un significado demasiado personal. Significa recuerdos, herencia y en especial, mucha emoción. “Quizás lo que siento ahora es más fuerte que lo que sentía cuando era chico, a pesar de no haber venido seguido a la cancha como cualquier otro fana. Ese apego y ese arraigo tanto a los colores como a la historia de la institución se acrecientan con el tiempo y con la edad. Éste es un momento muy especial para mí”, dice Claudio y resulta difícil no creerle. Es que esa voz suya tan distintiva y que aún a los 55 años de edad se destaca arriba de las tablas, se entrecorta de repente. Se torna cada vez más fina hasta devenir en un hilo que se pierde, para luego transformarse en una sonrisa silenciosa que le da paso a las palabras.  

- ¿Qué significa para vos poder apreciar el Cilindro desde adentro?

- Me acordé de mi abuelo antes de venir para el Estadio. Pensé mucho en él en estos últimos días, desde que el club me invitó a participar de esta entrevista. En este país muchos de los hinchas de Racing lo son por herencia. Es algo que viene de familia, como es mi caso. Soy un heredero de la pasión de mi abuelo y de mi padre. Quizá no soy un hincha convencional de esos que le presta mucha atención al fútbol en general, pero sí he jugado a la pelota de chico en el barrio y he venido a la cancha tanto con mi abuelo como con amigos. Pero…no sé cómo explicarlo, Racing es un sentimiento que a mí se me ha transmitido desde mi casa. Es como el mate, como comer un asado o unos fideos con estofado. Es más que un equipo de fútbol para mí. Es la historia de mi familia y de mi vida. Recuerdo por ejemplo que los domingos mi abuelo se juntaba a tomar mate con el diariero del barrio, Don Luis, que le traía el matutino y se quedaban hablando y discutiendo de fútbol conmigo. Esas cosas no se olvidan. 

- ¿Qué recordás de esos momentos y de ese sentimiento cuando eras chico?

- Mi abuelo siempre seguía los partidos y se enojaba conmigo porque a mí me aburría verlos por televisión. “Nunca ves un partido por TV y te vas a jugar a la pelota”, me decía. Cuando ya fui más grande me acostumbré a ver los partidos, pero sin el fanatismo que quizás tienen otros hinchas. No soy de estar muy al tanto en general de los otros resultados o de la tabla de posiciones. Pero siempre tengo como enterarme de cómo sale Racing cuando no lo puedo ver.

- Contaste que los días previos a la entrevista fueron un tanto emotivos, ya que te hicieron pensar en tu abuelo, tu papá y la herencia racinguista. ¿Qué es exactamente lo que pensás de tu abuelo al darte cuenta de que estás acá?

- Si mi abuelo estuviera vivo, hoy tendría más de 100 años. Y hubiera estado bueno de que se enterara que su nieto iba a poder estar hoy en día hablando en una entrevista desde nuestro estadio. Le habría gustado mucho.

- ¿En tu niñez venías seguido a ver a Racing?

- No me acuerdo de cosas particulares durante esos años, pero sí recuerdo que me traían a ver al equipo. Después de adolescente vine algunas veces y después ya no pude venir nunca mas. El año pasado para la época de la Copa Libertadores tuve la intención de volver a venir al estadio con un amigo mío que es fana de Racing, pero por un motivo u otro no pudimos concretarlo. 

- ¿Cuál es el último gran recuerdo que tenés en el Cilindro?

- Fue a fines de los años setenta. A fines de los años setenta vine con un amigo hincha de Racing y estuvimos en la popular. Recuerdo que no había mucha gente ese día, pero nosotros éramos chicos y lo disfrutábamos igual. Vivíamos los colores. De ese partido ya no tengo presente ni al rival, pero si me acuerdo de que jugaba Julio Ricardo Villa (N. de R.: Jugó en Racing entre 1977 y 1978) y no podía dejar de verlo. Es más, tengo presente hasta el día de hoy una bicicleta que tiró en un momento y que hizo que todos los espectadores nos pusiéramos como locos.

- ¿Cómo eras vos como jugador?

- Pésimo -se ríe-. Jugué los campeonatos intercolegiales “Evita” cuando estaba en quinto grado de la primaria y en ese tiempo me ponían de 4. No me acuerdo mucho de mi juego, pero recuerdo que salimos segundos en ese torneo. Esa fue toda mi experiencia como jugador en mis años de niñez. Ya en los noventa me empecé a prender con mis compañeros de banda en partidos de fútbol 5 que jugamos los miércoles durante algún tiempo. Nos divertíamos y la finalidad era hacer algo de ejercicio. Pero en uno de los juegos me desgarré, ya que lo hacía de manera muy amateur y sin hacer ni precalentamiento ni elongación. Cuando me recuperé quise volver a jugar, pero me volvió a doler el lugar de la lesión y en ese momento decidí dejar de jugar. 

- ¿Cómo fue para vos seguir a Racing a la distancia durante tantos años, mientras desarrollabas tu carrera?

- A nivel de lo que uno siente por el club es lo mismo. Quizá lo que siento ahora es más fuerte que lo que sentía cuando era chico, a pesar de no haber venido seguido a la cancha como cualquier otro fan. Ese apego y ese arraigo tanto a los colores como a la historia de la institución se acrecientan con el tiempo y con la edad; el menos en mi caso puntual. Hoy valoro todos esos feos momentos por los que pasó Racing. El hecho de pensar que estuvo a punto de desaparecer, aunque lo vea a la distancia, me repercute positivamente porque sé que hubo mucha gente que trabajó para impedirlo. Y esas cosas me pegan en el alma. Por eso el estar acá después de tantos años hace que éste sea un día muy especial para mí. 
 
- ¿Cómo llevas en tu vida cotidiana estas dos pasiones que son el fútbol y la música?

La pasión por la música la llevo con felicidad y a veces con un cierto temor a que por cuestiones cronológicas se termine, porque uno no va a revolear la cabeza hasta los 80 años. Ojalá que sí pase. Pero generalmente el ser humano se deteriora antes. Estoy agradecido a Dios porque me permitió desarrollarme en el ámbito de la música, que es lo que me gusta y que se terminó convirtiendo en algo serio en mi vida y que me ha dado muchas satisfacciones. Si bien me gusta cantar y me gusta el rock, jamás imaginé que llegaría donde estoy. Y lo mismo me pasa con Racing, jamás me imaginé que estaría sentado en el estadio haciendo una nota, más allá del sentimiento que me representa.

- Dejando por un momento de lado el fútbol y la música, ¿qué opinas de nuestro presente y de nuestra realidad como país? 

- Creo que no hay que esperar soluciones de los gobiernos. El que labura día a día, la rema y trata de salir adelante no puede esperar que un gobierno le arregle los problemas. La política tiene que administrar lo que el pueblo genera y el pueblo somos todos; desde los trabajadores hasta las instituciones. Argentina parece un país que acaba de salir de la guerra y esto pasa porque de alguna manera lo permitimos. Esta situación ya la viví varias veces y eso que tengo 55 años. Pero la mejor manera que tenemos de afrontarla es no bajando los brazos y haciendo lo que cada uno sabe hacer, vos en tu puesto de trabajo y yo en el mío. 

- ¿Cuesta ser músico en la Argentina de hoy?

Si. Cuesta. Como todo. De todas formas no me voy a victimizar, porque está difícil para todos. En lo personal, el rédito que más valoro de esto, el que me apasiona generar, es el aplauso y el murmullo que se mezcla con los gritos y las voces de la gente. Es la mejor parte de todo para mí. Me gusta mucho lo que se vive en el momento del show. Lo demás termina siendo un trámite. Con el paso de los años estoy más místico, casi a punto de formar una religión -se ríe-.

- ¿Qué es lo que te lleva a seguir teniendo ganas de componer y qué sentís en ese momento?

Soy espontáneo en el sentido de que no tengo archivos ni letras escritas. Por lo general me influencian cosas del momento. Soy como una especie de adicto a los noticieros también y estoy bastante informado gracias a la televisión. Durante los últimos años estoy más interesado en lo internacional, más allá de que estoy al tanto de lo que pasa en mi país, obviamente. Pero a lo que escribo trato de darle un toque de ambigüedad, para que no sea tan específico o temático. Es decir, trato de comunicar una cosa determinada de la realidad inmediata, pero dentro de otro contexto y además, le doy algo de poesía. Trato de usar un lenguaje cotidiano, sin palabras raras ni insultos. Pero sólo escribo para las canciones. No es que me dedico a la literatura o algo parecido. Aunque confieso que tengo la fantasía de escribir una novela, pero no arranco nunca -risas-.

- ¿Le dedicás tiempo a la lectura?

No tanto como debería. Desde que existen canales de TV como el History Channel o el National Geographic, los veo bastante y leo menos. Soy bastante cercano a lo relacionado al ambiente científico, desde lo aficionado. Además, me gustan mucho la historia y la geografía también. Si no hubiese sido cantante, quizás habría sido un veterinario o un guardaparque, porque siempre tuve fascinación por los animales. Con decir que en mi casa tengo perros, un erizo y un reptil australiano.

- A diferencia de otros artistas o personalidades de la música sos una persona que le presta atención a lo que dicen los medios de comunicación…

- Les doy bola para saber en qué zoológico estoy encerrado -risas-.

- En su momento fuiste bastante crítico con las redes sociales por algunos límites que se suelen transgredir…

- Cuando empecé a tener mi cuenta de Facebook personal, supe que no podía ser cien por cien por ciento personal, porque se mezclaría con mi actividad musical. Con el tiempo se empezó a transformar en una suerte de red del agravio, así que si bien mantengo la cuenta, ya prácticamente no la uso más. Cada tanto lo abro y subo alguna foto, pero en líneas generales la suele manejar mi agente de prensa, al igual que el resto de las redes.

-Para cerrar y de manera corta: ¿Considerás que tu vida ligada a Racing te da felicidad?

Sí. La misma que siento por estar ahora sentado mirando el césped y las tribunas, o la que sentí cuando me enteré de esta nota. Son momentos de felicidad. El estar acá me trajo muchos recuerdos de mi infancia y de mi abuelo. Y eso para mí es felicidad. 

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