Efemérides

Otra estrella en nuestro cielo

Jueves 31 de Marzo de 2022
Más allá de la congoja con que la familia académica vive este 31 de marzo por la partida de Juan Carlos Cárdenas, hoy se cumple el tercer aniversario de la obtención de nuestro último título de Liga: la Superliga 18-19. Ante Tigre y con un gritadísimo gol de Augusto Solari, Racing volvió a consagrarse a nivel local tras el título del 2014. Lisandro López, líder futbolístico del plantel conducido por Eduardo Coudet, levantó tan alto el trofeo como nuestro querido Chango lo hiciera con la Copa del Mundo.
Otra estrella en nuestro cielo
Imposible no haberse emocionado en ese momento al ver las lágrimas de Lisandro López adentro de la cancha, cuando el pitazo final del árbitro no había sonado. Imposible no emocionarse ahora, cuando ya esa imagen del banco de suplentes desbordante de alegría y cánticos de campeonato en el Estadio José Dellagiovanna se ha transformado en un recuerdo glorioso que este miércoles cumple tres años dentro de los anales de la memoria académica.

Licha fue el emblema adentro de la cancha, tal como lo fue el Chacho Eduardo Coudet del otro lado de la línea de cal. Y a la misma altura que ellos estuvo un plantel de futbolistas conformado tanto por figuras de jerarquía nacional e internacional como por pibes con hambre de gloria, que le entregaron al equipo la cuota de aplomo y experiencia necesarias para sobrepasar los momentos en los que fue necesario hacerlo, así como el vértigo requerido en esos instantes en donde la explosión era impresindible para imponer el fútbol propio a base de goles y de buen juego.Todos ellos certificaron en ese momento en la cancha de Tigre que la alegría fue, es y será de la Academia.

El gol marcado por Augusto Solari esa noche gracias a un tiempismo propio de los que siguen las jugadas aún cuando todo les hace suponer que no deben hacerlo, valió un empate que a su vez se materializó el decimoctavo título oficial de la Academia en Primera División. Por esa vigesimocuarta fecha de la Superliga 18-19. Racing dio la vuelta. Como su gente pedía. Como su equipo merecía. Con 56 puntos. Con un fútbol de alto vuelo. Con un corazón enorme. Y por eso festejó esa noche. En Victoria, en el Obelisco, en el Cilindro, en Avellaneda y en mundo entero.

¿Alguien acaso podía imaginar que el equipo de Eduardo Coudet iba a intentar hacer otra cosa? Si hasta ese partido definitorio sus dirigidos habían llegado hasta ese lugar de privilegio jugando de una determinada forma, entonces esa forma debía plantarse en la cita decisiva. Y así se lo hizo. Con la pelota y el campo a su favor, con Matías Zaracho como armador, la Academia buscó imponer condiciones desde el arranque. Tuvo paciencia para mover la pelota de un lado a otro y lucidez para encontrar huecos. Pol Fernández, recostado contra la izquierda, halló sitio para lastimar y su sociedad con Eugenio Mena produjo peligro. Sin embargo, la más clara vino desde el otro sector y, carambola mediante, Darío Cvitanich falló una ocasión inmejorable. Un rato más tarde, Lisandro López dispuso de una chance bárbara que el arquero se encargó de eclipsar. Gabriel Arias apenas tuvo que controlar algún remate de media distancia y el cero sonó injusto cuando llegó el descanso. 

En el complemento y ante la presión más alta del rival y equilibró la tenencia, aunque sin llegar a producir situaciones. Como el fútbol es un misterio irresoluble, Racing dio con el gol justo cuando no dominaba el desarrollo: a los 11 minutos tras una equivocación del arquero Gonzalo Marinelli llegó la pericia de Solari para dejar su sello en la red. Sin margen para especular, los locales arriesgaron con los cambios y Racing se acomodó a la espera del espacio. Y de contragolpe pudo haber liquidado el encuentro, pero no le salió la estocada en los últimos metros. Hubo una de Licha que dio en el travesaño y varios avances a los que les faltó algo de precisión. Sin sufrir pero con la tensión de estar a nada del objetivo, la Academia atravesó el final con la certeza de no desviarse del camino. Así se escuchó el silbato. Así se consagró el equipo. Así volvió a gritar campeón.

Arias, uno de los puntos altos del plantel campeón, repasó en su momento tras el primer anivesario de la histórica gesta algunos de los detalles más notorios dentro de la notable campaña: “Ya en la preparación y en la convivencia se fue armando una base firme para apuntar alto; la armonía grupal fue clave. Nos fuimos afianzando colectivamente y, de a poco, eso nos fue llevando a darnos cuenta de que era posible”, afirmó el arquero que también se refirió a los puntales que a su entender tuvo el equipo. “El cuerpo técnico, con el Chacho a la cabeza, y los más grandes del plantel, los de mayor experiencia, marcaron el camino que debíamos seguir. Coudet siempre insistió en no mirar más allá de la fecha que debíamos jugar y eso hizo que mantuviéramos los pies sobre la tierra”, dijo el guardameta académico en esa ocasión. Y de más está decir que hasta hoy él sigue teniendo razón con esas afirmaciones que perduran hasta nuestros días.

Hoy se cumplen tres años de aquella histórica consagración en cancha de Tigre, que nos puso en la cima del fútbol nacional una vez más y resonó tanto en el Cilindro como en el mundo entero. Y más allá de que hoy la tristeza racinguista sea inconmensurable por la partida física de nuestro amado Chango Cárdenas, nos tomamos un rato para recordar una vez más un momento de inmensa felicidad dentro de nuestra historia reciente, que sirvió para volver a poner en alto el grito eterno de "¡Racing campeón!, ¡Racing campeón!". Ese mismo festejo cargado de júbilo que el Chango se encargó de llevar por siempre al punto más alto de su historia con un zurdazo mágico que nos colocó en la cúspide del mundo futbolístico como el Primer Campeón Mundial.